29.4.09

Otra vez sopa

Me llama y me dice: "No sé qué hacer con mi vida". Me dice que está en crisis, que no está conforme, que, de hecho, se siente "incompleto", y que todo tiene que ver con todo: la facultad, el trabajo, y su novia.

Baldazo de agua fría para una relación que venía viento en popa.

Palabras clave
"Yo no puedo estar con alguien así"
"Yo no puedo estar con vos así, porque te voy a elegir a vos"
etc.

¿Y qué tengo yo que ver? No quiero ser una ciega, pero, ¿de un día para el otro? ¿Por qué le pasa esto todos los años, por qué razón cada veaz que tiene un problema, me aparta, de repente no sabe qué hacer conmigo?

Está vez i'm out of bullets.
Que sea lo que Dios quiera.

26.4.09

¿Cómo no sentirme asi?

Estoy *tan* pero TAN complicada emocionalmente que no sé muy bien que hacer:

¿Qué hacés cuando una amiga de tu novio para en la casa del susodicho cuando *claramente* te podés pagar un hotel o parar en lo de alguna amiga? No sé, ¿te enojás con él por no ponerle los puntos a ella o te enojás con él -o sea, con ella- por no ubicarse?

Yo entiendo lo de: "Es mi amiga de toda la vida, no le puedo decir que no". Peeeeeeeeeeeeeero... no me conforma, simplemente por una cuestión de códigos. Después de una considerable charla con mi amiga A., llegamos a la conclusión de que es una mina que *no-se-ubica y no-respeta-los-códigos*, lamentablemente. Porque yo entiendo la posición de L., pero no la de J. ni la de L. de no entender porque J. rompe códigos. Porque, como decíamos con A., 1. no es un chabón más como alegan algunos, y 2. es un chabón más hasta que es una mina: no tiene pito, tiene concha, es una cuestión genérica. Sinceramente, no sé para donde mirar.

¿Qué hacés cuando te vas a una fiesta, la estás pasando bomba y se sube a la combi una minusa con una amiga y le dicen a tu novio: "L. ¡hace cuanto que no hablamos", para luego, entrada la noche L. la esté rodeando con su boa multicolor?

Decí que mi autoestima está bastante alta como para decir que esa mina hay que mirarla de lejos. Pero, ¡ay, que rabia! Y ¡qué puta! Y ¡qué forro! Pero, una vez que hice públicos mis celos, me dice: "Pero, es la ex de R., tiene bigote" Uy, qué paja. Me dió mucha paja que haya ex's y que haya gente de levante. "¿Vos te pensás que voy a ser tan pelotudo de coquetear -único termino que se me ocurre- con minas estando vos al lado?", me dice L., a lo que yo respondo: "Sí, si te encanta hacerte el lindo, después una se anda cuidando y no por obligación, por que quiere, ¡ves que somos unas pelotudas!".

A lo que voy, es que me pone irracionalmente celosa que aparezca gente del pasado, la cual L. ni se calentó en presentarme, a diferencia de P. que sí le presento a todas a S., y además que J. se haya instalado en lo de L. y que encima marque territorio. No da. NO DA.

Ubicación, gente.
No sos un bebé, te podés ubicar solito.

23.4.09

De esas cosas que te alegran la vida

Me pasaron dos cosas copadas:

1. El otro día, yendo a la parada del 100 me di cuenta de cómo cambian las perspectivas de una vereda a otra. Si. Cambia, y mucho. Para empezar, mi facultad queda en Pellegrini y Arroyo (ay, que cheto!), con lo cual el ambiente es medio raro ya que estoy rodeada de galerías de arte, tengo a Benito Fernández a una cuadra, al Patio Bullrich por ahi, y también el acceso norte a la panamericana. Con lo cual, hay mucho tráfico.
Bueno, resulta que yo me bajo del 152 en Sta. Fe y Pellegrini y camino por la última hasta la facu. Sin embargo, la primera vez que crucé la 9 de Julio para tomarme el 100 lo tuve que hacer por Cerrito y ahí pensé: pucha.. ¡qué linda que es Buenos Aires! Fuera de joda, me volví a enamorar de esa ciudad con la que me desquitó cada vez que hay un bache o cuando el tráfico excede mi paciencia (entre millones de otras cosas). En eso, me envuelve una nube negra de esmog y ¡ay! ¡que bronca!, volví a la realidad. Luego de unas cuadras, llego a la parada y otra vez pienso: ¡qué bien que se ve desde acá! y en eso, el cielo celeste sin una nube, aparece una mariposa naranja hermosa y fue lo que necesité para encarar con mejor cara lo que restaba del dia. Aquella mariposa parecía como fuera de contexto y fui feliz, muy. Y lo mejor fue darme cuenta de como algo tan insignificante, como una mariposa, puede ser el punto de inflexión que una necesita.

2. La otra cosa me pasó recién y también volviendo de la facu. Me bajo del 152 en Charcas y Anchorena y durante las dos cuadras que tengo que caminar hasta mi casa me enchufo al Mp3 y ¡zaz! me sonrio. ¿Saben lo bien que se siente escuchar un tema que te remonta a tiempos en los que fuiste increíblemente feliz? O sea, escuché un tema y me empecé a reir, me acordé de lo bien que la pasaba en los momentos en que me tocaba escuchar esa canción. ¿No es re loco? Bueno, pero otra vez, me llené de una sensación placentera que hizo que ahora tenga ganas de ir al súper y leer Historia de los EEUU.

Con esto quiero que se reflexiones acerca de las pequeñas cosas y de como éstas pueden darle matices a la vida cotidiana. Te juro, me dejó pensando.

19.4.09

No pregunto más






"El agua es el símbolo del poder de la mujer, el poder al que ningún hombre, por iluminado o perfecto que sea, puede aspirar"

16.4.09

Maquillaje p/corto


"El amor puede llevarnos al infierno o al paraíso, pero siempre nos lleva a algún lugar. Y es necesario aceptarlo, pues es el alimento de nuestra existencia"

11.4.09

Woody Allen hizo terapia sobre el escenario

"Estando solo siempre me sentí feliz"

En un teatro de Manhattan, el director se sometió a una sesión de terapia pública con el psicoanalista Gail Saltz. Con él habló de su infancia, sus padres, sus miedos y sus frustraciones.

"Cuénteme sobre sus sueños", pidió el psicoanalista.
"Está muy cerca del micrófono", se quejó el paciente.
"¿Fué alguna vez perseguido realmente por un seno en alguno de sus sueños?", volvió a preguntar el analista.
"Lo que me parece es que perdí mucho tiempo hablando sobre mis sueños", volvió a decir el paciente.
"¿Qué hay con respecto a los sueños que aparecen en sus filmes?", insistió el analista.
"Su voz no se escucha bien en el micrófono", volvió a decir el paciente.

En estos términos comenzó la extraña conversación que mantuvieron, el jueves 7 por la noche, Woody Allen y el psicoanalista neoyorquino Gail Saltz sobre un escenario teatral de la calle 92 de Manhattan.

"¿Los personajes que aparecen en sus películas son una representación de su persona?", preguntó el profesional.
"Hay similitudes aunque en el cine todo está exagerado", respondió Allen. "De hecho, no soy hipocondríaco. Sí soy alarmista. Cuando pienso que estoy enfermo, lo estoy. Pero cuando tengo un pellejo en la uña o algo parecido me transformo y me pongo de lo peor."
Para su análisis en el escenario, Allen llevaba puesto un suéter gris, una camisa azul, pantalones color caqui y mocasines. Sus piernas estaban cruzadas. Woody no miraba en ningún momento al analista. Tenía centrada su mirada en el público, en una persona por lo general.
"En la vida real soy muy diferente", aseguró el actor.
"¿Incluye partes de usted mismo en sus películas?"
"Algunos rasgos se filtran de forma automática", admitió Allen y añadió que se había visto a sí mismo en el personaje de la madre suicida de Interiores y en el que interpreta Mia Farrow en La Rosa Púrpura del Cairo. "Las películas fueron un medio muy importante. Cambiaron las vidas de las personas y arruinaron también las de muchas otras. Las mujeres se amargaban. Y los hombres también", continuó Woody. "Me acuerdo de aquellas tardes de verano calurosas cuando el sol abrasaba y yo solía meterme en los cines. Allí adentro estaba oscuro, fresco y agradable. Uno siempre tenía el deseo de conocer a una mujer como las que veía en la pantalla. Muy lindas, atractivas, amables, divertidas y chispeantes. Pero esto después causa verdaderos problemas en la vida."
"¿Por qué razón las escenas de sexo de sus películas están tan llenas de discusiones e interrupciones?", quiso saber el psicoanalista.
"No sería divertido si la pareja entrara en el dormitorio y todo ocurriera sin ningún impedimento. Pero ¿a quién le importa? Cincuenta años atrás, no había sexo en las películas. Las parejas dormían cada una por su lado. Y si comenzaban a besarse la escena era oscurecida...."
"¿Qué hay con respecto a su propio psicoanálisis?"
"En términos generales, diría que me ayudó, pero no tanto como esperaba. Me sirvió como muleta, eso sí".
"Cuénteme sobre su madre", le pidió el analista. "¿Era dura y muy crítica?"
"Mi familia era afectuosa. Pero estábamos constantemente provocándonos mutuamente y haciéndonos bromas. No eran bromas todo el tiempo, sino comentarios ácidos. A pesar de todos los errores que tenían mis padres, me amaron y cuidaron. Querían para mí todas esas cosas que quieren los padres de todos los chicos. Que no saliera criminal, que estudiara, que fuera a la Universidad y que fuera alguien en la vida. A los dos los traumatizó la Gran Depresión. Mi padre tenía un millón de pequeños trabajos. Mi madre también siempre tuvo que trabajar. Nunca me desalentaron, pero se hubieran sentido mucho más cómodos si hubiera sido abogado o médico."
"¿Estaban orgullosos de Ud.?", quiso saber el analista.
"Sí, estaban muy pero muy orgullosos. Mi padre iba a los cines, leía todos los créditos y volvía y me decía que mi nombre estaba grande...."
"¿Es tímido?"
"Sí, soy tímido. No me gusta conocer gente. Nunca me gustó, ni siquiera a los ídolos. Pero a veces es algo inevitable. Siempre me sentí feliz estando solo. Y fui siempre bueno para las cosas que exigen soledad, como hacer trucos de magia, tocar el clarinete o escribir."
"Cuando era chico ¿era seguro o inseguro?", fue la siguiente pregunta.
"No era un chico seguro. Pero nadie pudo descubrir nunca por qué. Era un chico popular y atlético además. No tenía motivos para ser miedoso, pero lo era."
Vinieron luego las preguntas del público. Una persona lo interrogó sobre sus películas favoritas, a lo que respondió: "Por lo general, veo una película por semana pero hay tanta basura que resulta difícil ver siempre cosas buenas". Las últimas que más le gustaron son todas extranjeras. Hable con ella de Pedro Almodóvar (española), El gusto de los otros (francesa) y Amores perros (mexi cana). Y después están sus favoritas de todos los tiempos, como La gran ilusión, Ladrón de bicicleta, El séptimo sello, Rashomon, Cuando huye el día, Las reglas del juego y Los 400 golpes.
Por último, el psicoanalista le preguntó sobre su nueva familia, sin ahondar en la edípica cuestión de cómo es separarse de la esposa y casarse con su hija.
"Soy muy feliz. Me gusta estar casado y me gusta ser padre. Todavía estoy en buen estado físico. Hago gimnasia todos los días. Es tal vez el mejor momento de mi vida. Y me lo merezco. El matrimonio me hizo muy pero muy feliz."
"¿Se arrepiente de algo?"
"Lamento que mi musa haya sido de tipo cómica y no dramática. Me hubiera gustado tener los dones de Eugene O'Neill o de Tennessee Williams. No soy demasiado humilde. Siento que tuve planes grandiosos para mi persona cuando comencé y no los respeté por completo. Hice algunas cosas que son buenas. La única cosa que se interpone entre mi persona y la grandeza soy yo mismo."

8.4.09

I live for moments like this


"Tienes brillo, la luz que proviene de la fuerza de voluntad de quien sacrifica cosas importantes en nombre de otras que juzga más importantes todavía. Esa luz se manifiesta en los ojos." Once minutos

2.4.09

Los intelectuales y el país de hoy

Por: Enrique F. Widmann-Miguel, miembor fundador de la Asociación de la Prensa Española en Argentina (APEA)

"Para los gobiernos, no es buen negocio que la gente piense". Lo dice el director teatral Agustín Alezzo. Es, sin ninguna duda, uno de los referentes más importantes del teatro en la Argentina. En más de cincuenta años de trayectoria ha recibido infinidad de premios: el María Guerrero, el Florencio Sánchez, el ACE y el Konex de Platino 2001. Agustín Alezzo es un testigo calificado de la cultura de nuestro país. Durante la entrevista, Alezzo analiza con mirada crítica la relación entre Estado y cultura. Afirma, con mucha contundencia: “Desde que tengo uso de razón, ningún gobierno ha incrementado cosas esenciales, como la educación y la cultura, en las zonas más empobrecidas. A los gobiernos sólo les ha importado mantener el poder, cosa que se logra, sobre todo, cuando la gente es ignorante. Para los gobiernos no es negocio que la gente piense”. En la última década, Alezzo puso en escena Cartas de amor en papel azul, de Arnold Wesker; Camas separadas, de Marcelo Ramos; Yo amo a Shirley Valentine, de Willy Russell; Delirante Leticia, de Peter Shaffer; El hombre de las valijas, de Eugene Ionesco; Danza de verano, de Brian Friel; Ah, soledad, de Eugene O’Neill; Master Class, de Terence McNally; Recuerdo de dos lunes, de Arthur Miller; Ricardo III, de William Shakespeare; El jardín de los cerezos, de Anton Chejov, y La hora pico , de Marta Degracia. "Yo creo que el teatro cumple una función de sensibilización, ayuda a pensar. Pero creo que no puede reformar nada de por sí", dice. Alezzo dicta cursos de actuación y dirección desde 1967, en forma ininterrumpida, en su estudio. Fue asesor en el Teatro General San Martín. "El San Martín, como todos los grandes teatros del mundo, tiene que tener, por un lado, un director artístico y, por el otro, un director administrativo. Para mi gusto, el San Martín tiene una producción muy buena en cuanto a la elección de las obras, pero los espectáculos son un plomo. Nadie va al teatro a aburrirse. Un teatro tiene que estar vivo", opina. Agustín Alezzo fue rector de la Escuela Nacional de Arte Dramático, hasta 1975. Ese mismo instituto lo contó como profesor, de 1987 a 1992.
-En nuestro país, resulta engorroso encontrar una definición de cultura. ¿Qué ronda por su cabeza cuando se habla de cultura?
-Yo creo que la cultura es todo. Evidentemente, la cultura refleja a un país. Creo que ningún gobierno, desde que yo tengo uso de razón, ha incrementado cosas esenciales como la educación y la cultura en las zonas más empobrecidas. Y es así porque les ha importado mantener el poder, cosa que se logra, sobre todo, cuando la gente es ignorante.
-¿Por qué lo dice?
-Porque para los gobiernos no es negocio que la gente piense.
-¿Cuánto tiene que ver con esto el teatro? ¿Puede el teatro ser un camino para que la gente esté más informada, para que sepa un poco más, para que esté más preparada?
-Yo creo que el teatro cumple una función de sensibilización. Ayuda a pensar, pero no creo que pueda reformar nada por sí solo. Con él sucede lo mismo que con el resto de las artes, como la música, como la danza. Son formas de expresión del individuo en su función más pura, pero no cambian a nadie, salvo que las condiciones estén dadas. Y no es el caso de nuestro país...
-Cuando se habla de cultura, muchas veces se está pensando en un círculo que ya es culto. ¿Cómo se lo podría ampliar?
-Para eso tiene que intervenir el Estado. Así sucedió, por ejemplo, en Francia, cuando Jean Vilar creó el Teatro Nacional Popular. Trabajaba en salas para dos mil y hasta tres mil personas. Ese fue un teatro realmente popular, que recorrió toda Francia, con figuras muy conocidas en los elencos, como María Casares, y con un repertorio clásico y moderno extraordinario. Y todo el pueblo de Francia iba a ver las obras.
-Hablemos del San Martín. ¿Se acerca a ese tipo de popularidad de la que usted habla?
-Le voy a ser absolutamente franco. Creo que Kive Staiff es un gran empresario, pero no es un gran director de teatro. El error es haber unido ambas funciones en una sola persona. En todos los teatros del mundo, incluyendo el San Martín antes de Kive Staiff, esas dos funciones están divididas. Tiene que haber, por un lado, un director artístico del teatro y, por otro, un director administrativo. Así era en el Piccolo Teatro, de Milán, en el que estaban Grassi como director administrativo y Strehler como director artístico. Sin Grassi, ese teatro no hubiera sido lo que fue. Por su parte, Stanislavsky tenía a Danchenko en el Teatro de Arte. El director artístico tiene que ser un hombre de teatro. Lo que pasa en el San Martín, para mi gusto, es que la producción es muy buena en cuanto a elección de obras, pero los espectáculos son un plomo.
-Eso ya aleja al gran público.
-Claro. Los títulos son muy buenos, pero están tan mal hechos que la gente se aburre. Si pasa eso, no puede ser un teatro popular. Nadie va a un teatro a aburrirse. Un teatro tiene que estar vivo.
-Para que los teatros oficiales estén vivos, ¿cree que desde la Secretaría de Cultura de la Nación se podría hacer algo? ¿Considera que la Secretaría tiene influencia, por ejemplo, en la actividad teatral?
-¡No, no influye para nada! Tiene en sus manos la situación del Teatro Nacional Cervantes. Este es un ejemplo patético, si no trágico, que demuestra que la Secretaría no influye. Un teatro que se ha dedicado a la comedia nacional, un edificio que constituye una joya arquitectónica y que se está viniendo abajo, desde todo punto de vista: en cuanto a lo edilicio y en cuanto a sus actividades. Este año no han podido hacer temporada. Esto es gravísimo.
-Con las elecciones en la Capital Federal reapareció el debate sobre las diferencias entre la derecha y la izquierda. ¿Usted cree que hay una cultura de derecha y otra de izquierda?
-[Lo piensa con cuidado] Yo no diría eso. Diría que hay una cultura en general. Hayuna derecha y una izquierda, sí, pero no sé hasta qué punto esto pesa en la cultura. Yo, la verdad, no lo siento; es decir, no lo veo transmitido a la vida cultural. Lo que puedo decir es que mis esperanzas nunca están puestas en los políticos.
-¿En quiénes están puestas?
-En la gente que trabaja. Yo empecé a dar clases en 1966, y desde entonces siempre hubo una cantidad enorme de alumnos. El taller sigue manteniendo la misma cantidad de alumnos que tenía entonces. Y, a la vez, siempre hubo, y sigue habiendo en Buenos Aires, una cantidad considerable de excelentes maestros.
-Usted ha sido maestro de muchas generaciones de jóvenes. Cuando alguien empieza a estudiar teatro, ¿qué busca?
-Muchas veces, no lo sabe. Y a veces los que no lo saben son los mejores. Algunos vienen porque buscan popularidad, ubicarse en televisión y, con eso, obtener un nombre, fama... Estos vienen por unas pocas clases, para ver si con lo que aprenden pueden salir a flote. Otros vienen porque se los recomendó el psicoanalista. Otros piensan que, desde la cuna, el teatro era para ellos y que están predestinados a ser actores. Pero son muchos los que no saben por qué se acercan. E insisto: éstos, en muchas ocasiones, son los mejores.
-¿Dónde advierte en la actualidad una búsqueda artística interesante?
-En el nuevo cine que se está creando. Hay realizadores jóvenes que me parecen muy interesantes. No sé si todas las películas son muy buenas, pero buscan caminos nuevos de expresión. El cine argentino hoy es un espacio de renovación en serio. Y eso sí que es interesante. -¿Y en teatro?
-La hay menos, pero se compensa con la gran cantidad de espectáculos. Y dentro de esa gran diversidad hay algunas cosas como, por ejemplo, lo que hace Ricardo Bartís y lo que hace ahora Julio Chávez, que está dirigiendo y a quien también he dirigido.